
El Invitado Musical del próximo programa será Dusty Springfield
HAVE A LLITLE FAITH ON ME (DAWN LANDES)
El Invitado Musical del próximo programa será Dusty Springfield
Los grandes deben saber acabar en lo alto. Saber cuando decir adiós y evitar que su imagen acabe por los suelos. Michael Jordan acabo con un tiro que significaba un anillo y una imagen icónica que pasará a la historia contemporánea. Luego se dedico a jugar durante un par de años pachangas con los Washington Wizards. ¿Para qué? Marlon Brando había realizado un emotivo y soberbio papel de abogado en la Sudáfrica del apartheid en Una árida estación blanca. Luego enganchó humillaciones tales como La isla del Dr. Moreau o Asalta como puedas ¿Para qué? Ni Jordan ni Brando merecían sendos finales. Al final la dignidad de ser nosotros mismos es lo único que nos queda.
Y ahí está Gary Cooper. El héroe americano, el rostro impasible, el hombre... Aunque muchos opinan lo contrario creo que su elección en Ariane es impecable. Ariane es una obra maestra de Billy Wilder olvidada, menospreciada y que algunos niegan ante otras obras del director. Gary Cooper es un millonario playboy que se dedica a seducir a todo bicho viviente que se encuentra por su camino. Audrey Hepburn es una encantadora jovencita que, bajo su cuenta y riesgo, cae en sus redes. Cooper y Hepburn comparten sexo, comida y escapadas por la gran Paris. Olvidémonos de lo políticamente correcto porque esta historia es más de sexo y seducción que de amor... ¿o no?
El personaje de Cooper no se enamora. Él devora y pasa a otra cosa. Tampoco engaña. No lo hace con la Hepburn que sabe a lo que se enfrenta con él. Unos días de sexo y pasión en París con un playboy apuesto, elegante y millonario, con Gary Cooper nada más ni nada menos. Pero llega el final. En París. En una estación de tren. Con Audrey Hepburn a su lado y él queriendo seguir su camino para devorar a otras victimas ¿o no? Y ahí el playboy tiene que decidir. Seguir siendo una caricatura de si mismo o saber acabar con dignidad, a lo grande, con el mayor triunfo final. ¡Con Audrey Hepburn nada más ni nada menos!
Muchos pensaran que es un final pasteloso. Para nada. Es un final sobre el final. Sobre saber decir adiós a uno mismo para decir hola a un yo mejor. Con Audrey Hepburn al lado, claro. Una cosa es ser Gary Cooper y otra muy distinta ser imbécil.
La familia, ese elemento extraño y disfuncional. Una serie de personas a las que no puedes mandar por ahí como si haces con amigos y conocidos. Es el tema de la sangre ya lo sabéis. Y no todas las familias son iguales, las hay conservadoras, tolerantes, desarraigadas... Y luego está la familia que nos enseña Arnaud Desplechin en su Un cuento de navidad.
No hace falta que dure dos horas y media. No hace falta cierto “toque de director genial”. Es verdad eso pero decir que esos dos detallen llegan a molestar sería también faltar a la verdad. La historia es tan, tan buena que eso lo olvidamos enseguida. Y a veces esos "toques" están completamente justificados y le dan al film un empaque de película diferente. Pero todo eso se olvida porque cuando nos metemos en esa casa con esos personajes tan al límite, tan fascinantes pero a la vez tan cercanos, la película se convierte en algo personal. Porque dentro de su densidad se esconde una película real, cercana, humana y genial.
Si este hombre no puede tener un programa es que la televisión en España va peor de lo que pensaba...
Hay parejas que se conocen de jóvenes y se enamoran. Y se aman durante toda la vida, la madurez, la vejez... Con sus crisis, sus problemas pero el amor y el respeto siempre permanece. He dicho que las hay pero no nos engañemos son tan escasas que son prácticamente ciencia ficción. La realidad es que el amor, que suele empezar como algo ilusionante y novedoso, acaba convirtiéndose en una montaña rusa de reproches y dolor. Aun así el ser humano sigue cayendo. No se conforma en vivir de la amistad y el sexo. Quiere amor aunque eso suponga toneladas de dolor. ¿No es absurdo? Pocas veces se ha reflejado tan bién esta locura como en el fantástico final de ¡Olvídate de mí!
¡Olvídate de mí! no es sólo la obra maestra de un genio como Michel Gondry. No es únicamente una de las obras más brillantes y (casi) perfectas que ha surgido en los últimos veinte años. Es una de las historias que mejor ha reflejado lo que es el amor. Olvidándose de postales románticas, parejas cogidas de la mano y lugares comunes. Gondry se junto con otro genio como es el guionista Charlie Kaufman para hablar de lo que es la relación de pareja. Una lucha constante entre dos personalidades que se quieren pero que no quiere desaparecer tras la palabra pareja. Y una contradicción. El ser humano evita el dolor pero aun así va de cabeza a por él, enrolándose en aventuras románticas.
Jim Carrey y Kate Winslet escuchan atentamente en una grabación su futuro como pareja. Saben lo que va a pasar. Una relación llena de reproches, mentiras, decepciones y dolor. Conocen el lugar y el día donde va a explosionar la bomba. Y deciden ir a ese sitio. De cabeza y a ciegas ¿Por qué? Es mejor enamorarse y sufrir, sentir algo, que simplemente no sentir nada. Aunque acabes tirandote los trastos a la cabeza, o convertido en un “muerto cenante” (así se define en el film a las parejas que acaban sumidas en el aburrimiento). Porque entre esa marabunta de decepción siempre habrá algún momento, por pequeño que sea, que habrá merecido la pena. Por eso Jim Carrey y Kate Winslet deciden tirar para delante. Saben que van a acabar mal pero, ¿no acaban así todas las parejas? ¿Por qué no intentarlo?
¡Olvídate de mí! ejerce una demoledora y acertada visión de lo que es el amor y las relaciones de pareja. Pocas veces nadie dijo la verdad de manera más cruda y, a la vez, hermosa. Porque la realidad es que el amor es como la política. Muchas veces da asco pero, de momento, no hemos inventado nada mejor.
YOU SAVED MY LIFE
(CASS McCOMBS)