22 abril 2009

Finales de cine: Ariane. La claudicación del último playboy



Los grandes deben saber acabar en lo alto. Saber cuando decir adiós y evitar que su imagen acabe por los suelos. Michael Jordan acabo con un tiro que significaba un anillo y una imagen icónica que pasará a la historia contemporánea. Luego se dedico a jugar durante un par de años pachangas con los Washington Wizards. ¿Para qué? Marlon Brando había realizado un emotivo y soberbio papel de abogado en la Sudáfrica del apartheid en Una árida estación blanca. Luego enganchó humillaciones tales como La isla del Dr. Moreau o Asalta como puedas ¿Para qué? Ni Jordan ni Brando merecían sendos finales. Al final la dignidad de ser nosotros mismos es lo único que nos queda.

Y ahí está Gary Cooper. El héroe americano, el rostro impasible, el hombre... Aunque muchos opinan lo contrario creo que su elección en Ariane es impecable. Ariane es una obra maestra de Billy Wilder olvidada, menospreciada y que algunos niegan ante otras obras del director. Gary Cooper es un millonario playboy que se dedica a seducir a todo bicho viviente que se encuentra por su camino. Audrey Hepburn es una encantadora jovencita que, bajo su cuenta y riesgo, cae en sus redes. Cooper y Hepburn comparten sexo, comida y escapadas por la gran Paris. Olvidémonos de lo políticamente correcto porque esta historia es más de sexo y seducción que de amor... ¿o no?

El personaje de Cooper no se enamora. Él devora y pasa a otra cosa. Tampoco engaña. No lo hace con la Hepburn que sabe a lo que se enfrenta con él. Unos días de sexo y pasión en París con un playboy apuesto, elegante y millonario, con Gary Cooper nada más ni nada menos. Pero llega el final. En París. En una estación de tren. Con Audrey Hepburn a su lado y él queriendo seguir su camino para devorar a otras victimas ¿o no? Y ahí el playboy tiene que decidir. Seguir siendo una caricatura de si mismo o saber acabar con dignidad, a lo grande, con el mayor triunfo final. ¡Con Audrey Hepburn nada más ni nada menos!

Muchos pensaran que es un final pasteloso. Para nada. Es un final sobre el final. Sobre saber decir adiós a uno mismo para decir hola a un yo mejor. Con Audrey Hepburn al lado, claro. Una cosa es ser Gary Cooper y otra muy distinta ser imbécil.

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