17 enero 2010

Series de cine: Los Simpson. Nuestro familiar favorito



Con el 20 aniversario de Los Simpson surgen las voces que hablan sobre lo que debería ser el final de la serie. Los argumentos son varios y escuchados cientos de veces: “la serie ya cansa”, “ya no son tan mordaces”, “la serie ha bajado de calidad”. Mi humilde opinión es que la serie no debería finalizar ni con su veinte aniversario ni cuando cumpla cien años en antena. Mi razón es sencilla, Los Simpson ya no son una serie sino uno de los bienes culturales más importantes de la historia.

Permitidme hacer una analogía. Algunas familias tienen un pariente (generalmente un tio) que hace les visita de forma más o menos periódica. Los (generalmente) sobrinos alucinan con él, es gracioso, ingenioso, simpático y cuenta historias alucinantes sobre su vida. Pasan los años y las siguen las visitas de este familiar. Pero ya no es lo mismo. Ni es tan gracioso y sus historias suenan a repetidas aunque hay algo que no cambia. El cariño. La presencia de ese familiar se ha hecho tan común que sus visitas se convierten en algo necesario. Así son Los Simpson. Quizá ni sean tan ingeniosos, ni sean capaces de levantar las ampollas de antaño (aunque eso está por ver) pero todo eso es perdonable. Porque son algo más. Son necesarios.



La gran virtud de la serie amarilla ha sido la universalidad. Pronto fueron conscientes los mandamases de la serie que centrarse en cinco personajes de una serie era un error. Si Los Simpson querían reflejar el mundo en el que vivimos debían centrarse en la sociedad en la que vivía la familia. Por eso Los Simpson erraron en el titulo de la serie, en realidad deberia llamarse Springfield. Krusty, Ned Flanders o el jefe Wiggum tienen tanta importancia en la serie como Lisa ("la respuesta a una pregunta que Springfield nunca ha fomulado", decía Seymour Skinner de ella) o Bart Simpson. Por eso estamos ante una serie tan universal (cosa que no le sucede a Padre de familia, por ejemplo). En ella vemos a nuestros amigos, vecinos y a nosotros mismos. Y eso sin dejar de ser (para bien) una producción muy norteamericana. Se nota que detrás de ella están algunas de las mentes mejores pensantes que trabajan en televisión actualmente (licenciados en universidades tan prestigiosas como Oxford o Harvard)

Por eso no deben desaparecer. Los Simpson ya no pertenecen ni a su primigenio creador Matt Groening (cada vez con menos peso en la serie), ni a la Fox, ni a Rupert Murdoch, ni a Estados Unidos... Como las siete maravillas del mundo pertenece al mundo. Y no hay que fijarse en si un argumento es mejor o peor. Hay que mirarlo en las temas que tocan donde Los Simpson han hablado de homosexualidad, marginación social, violencia, política, religión... Hay que disfrutar de los mil y un matices que tiene cada secuencia con sus fantásticos homenajes al cine, a la música y al mundo de la cultura en general. O de la creación del personaje de ficción que mejor refleja la realidad humana como es Homer Simpson. Y especialmente hay que celebrar que podamos tener una cita diaria con algo que ya no es una serie estadounidense. Es algo nuestro que pertenece a nuestra familia y la que nunca juzgaremos por los años que cumplan. 20 años no es nada, es sólo el comienzo.



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