24 agosto 2008

Los Juegos contra el cinismo


Hay una poderosa razón por la que me gustan los Juegos Olímpicos. En dos semanas el mundo parece un sitio donde merece la pena vivir cuando todos sabemos que no es así. En ese escaso tiempo podemos emociarnos, alegrarnos, ver muestras de solidaridad... sin problemas a que la sociedad nos señale con el dedo por ser unos débiles. En dieciseis días puedo vibrar, y no sólo con los españoles. Lo más cerca que estoy del amor en esta vida son los Juegos Olímpicos. Y eso me encanta.

Como cuando hace cuatro años descubrí un duelo entre dos rusas en salto con pertiga, que por cierto se odiaban. De una de ellas me enamoré. Y encima ganó. Se llamaba Yelena Isinbayeva y aún sigue destrozando records por todo el mundo.Seguiremos apoyando su candidatura al Premio Principe de Asturias. Por cierto la mediocre escritora Carmen Posadas insinuó que lo que hacía la rusa no le importaba a nadie. Cuando muera el mundo le rendirá honores a Yelena. Desgraciadamente para ella, a las escritoras vulgares nadie las recuerda.

También recuerdo cuando ví a Michael Johnson destrozar el record del mundo de 200 metros. En eso momento, y con razón, dijeron que nadie podría superar ese tiempo. Doce años después tengo el privilegio de hacerlo a ese cosa extraña llamado Usain Bolt. Y me emocionó. Porque puedo y debo hacerlo.

Y de ver a Ricky Rubio hacerle un traje a Jason Kidd. O a Rudy Fernández meterle un triple en la cara al megadefensor Prince. O al gran Navarro resucitar en el partido más importante (como hacen los mejores) y volver ser uno de los grandes escoltas de Europa. Y tantas, tantas cosas...

Todo eso nos lo ha llevado con un excelente trabajo, TVE. Sí, lo han hecho muy, muy bien. Julia Luna, Paloma del Rio, Arsenio Cañadas... Critiquemoslo cuando lo hagan mal y si lo hacen bien rindamos honores. Aunque eso es complicado viendo la envidia que hay en España. Y el programa estrella de TVE ha sido Conexión Pekín, conducido por el gran Ernest Rivera. Grandioso programa resumen de los JJ OO, hecho con maestria, originalidad y sentido del espectáculo. He leido algunas críticas del programa. Claro que son hechas por simulacros de periodistas que saben que con su limitado talento no llegarán a nada.

Los Juegos han acabado. El mejor remedio contra el cinismo ya no está. Ya podemos seguir siendo unos cabrones.

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