23 septiembre 2009

Insobornable amor por el cine

- Malditos bastardos - (Quentin Tarantino, 2009)





Cualquier detractor acérrimo de Quentin Tarantino (que cada vez son menos) debería admirarle por una especial característica suya. Ama el cine. No me refiero a que le guste ver películas, Tarantino piensa en el séptimo arte como una forma de vida. Algo especial e importante que se merece toda la atención y cariño del mundo. Aunque parezca una contradicción muchos de los que trabajan en el negocio del cine (directores, actores, productores...) no les interesa muchísimo el cine. En cambio, Tarantino no sabría vivir sin él. Si todas sus películas son homenajes en si mismos a este arte, Malditos bastardos lo es más si cabe. Ser una película de nazis o de la Segunda Guerra Mundial es la superficie necesaria para, en realidad, hacer un film que implícitamente (a veces los planos parecen que rueden un spaguetti-western, otros simulan un drama intimista) o explícitamente (la parte final en el cine, ¡el celuloide salvará el mundo!) hablan del cine como la expresión más grande de la vida.

Y el espectador debe tomar esa pasión para ver Malditos bastardos, como si estuviéramos viendo el corto de un amigo nuestro apasionado del cine. Porque si no entramos en este juego cinéfilo puede ser que en su larga, que no pesada, duración salgamos varias veces del film. Una vez que (¡por fin!), vemos el gran proyecto mil veces frustrado de Tarantino nos queda la sensación de que debe tener poco que ver con el proyecto inicial del director. Lo más obvio es que una idea interesante como son los sanguinarios bastardos acaban difuminados durante toda la película. Curiosamente en el film Malditos bastardos lo que menos trabajado está son...¡los malditos bastardos! (a pesar de la fuerza que desprenden Brad Pitt, Eli Roth y Til Schweiger) Podemos imaginarnos al bueno de Quentin escribiendo el guión y viendo que mes a mes, año a año, Hans Landa (grandioso Christoph Waltz) o Shossana Dreyfuss (bellísima y fuerte Mélanie Laurent) iban creciendo y ganando importancia mientras que sus queridos bastardos se iban quedando sin sitio en su película.

También se nota el peso de los años en Tarantino. Aunque las claves de su cine siguen ahí en Malditos bastardos se le nota más reposado y tranquilo. Deja que las palabras fluyan sin importarle el tiempo que requiera en ello. Porque a pesar de que la gente acude en masa a ver el film de Tarantino se podría decir que Malditos bastardos es una película anticomercial. Tiene momentos de furia y violencia pero también reposo y tranquilidad. Pero sobre todo es una película hecha por alguien que ama el cine, sin prejuicios ni cortapisas. Sólo alguien asi puede hacer que un film de dos horas y media con momentos geniales, pero con aristas en su narración, pueda pasar en un suspiro. Tarantino no ha hecho la obra maestra que quería pero no importa. Malditos bastardos merece completamente la pena.

. Pastitx brillant (Quim Casas, El Periódico de Catalunya)

. ¡Hail, Tarantino! (Alicia, La linterna mágica)

. Revisionismo pop (Jordi Costa, El País)

No hay comentarios: