28 octubre 2008

Infravalorados/as de cine: Peter Sarsgaard. Inquietante presencia



Peter Sarsgaard está ahí. Parece que no, pero en cada escena este actor tiene la habilidad de adueñarse de la escena y comerse a sus compañeros de reparto. Y hacerlo de forma sibilina, sin que nadie se de cuenta. Es una presencia inquietante en las películas donde aparece. Y quizá no debería ser así. No es alguien que pueda tener un físico o una cara que sobresalga. Pero si tiene una cosa. Una mirada que generalmente hace que pienses que oculta algo, que es un personaje con doble fondo. Y por eso nos fijamos en él.

Corría la carrera de Sarsgaard de manera bastante corriente. Sin sobresaltos, con poca gente dándole la importancia que se merecía. Y llegó la estupenda película El precio de la verdad y entonces Sarsgaard vio la oportunidad. La víctima era propicia, el jedi Hayden Christenen que protagonizaba (y muy bien, por cierto) el film. Con todas las miradas puestas en el bueno de Hayden, Sarsgaard vio la oprtunidad para tirarse al cuello del joven actor y comérselo vivo. Y así fue. La trama de El precio de la verdad es apasionante. Cuenta la historia de Stephen Glass (que interpreta Hayden Christensen) un redactor de la prestigiosa revista The New Republic que fue acusado de inventarse los reportajes que hacía. Pero el verdadero de interés no lo tiene este personaje sino de el del redactor jefe, que interpreta Peter Sarsgaard. Es el encargado de descubrir la manipulación de Glass por muchos encontronazos que encuentre en el camino. No hay que decir que los minutos que sale Sarsgaard valen para comerse la película. Es el verdadero motor y punto de interés de El precio de la verdad.


Nuestro actor infravalorado se llevo varios premios o nominaciones a la categoría de mejor actor de reparto (Boston Society Film Critics Awards, Indepent Spirit Awards, San Francisco Films Critics Circle, Globo de Oro...). La nominación al Oscar de ese año parecía un hecho. Pero, incomprensiblemente, no fue así y Sarsgaard no estuvo entre los cinco finalistas. Pero el daño ya estaba medio hecho. La presencia inquietante estaba allí y ya tenía nombre. Por ejemplo, en una película tan irregular como Plan de vuelo: Desaparecida volvía a dejar su sello. Jodie Foster nos importaba un pimiento, queriamos saber más de ese villano que hacía Sarsgaard y que daba miedo con sólo mirar.

Ahora el cine norteamericano debe plantearse una cosa. ¿Quiere permitir que Peter Sarsgaard sea un actor eternamente infravalorado y que se dedique a comerse a sus compañeros de reparto? Lo más justo sería colocarle en el sitio que se merece. El de un actor que puede transmitir miles de cosas sólo con la mirada.

2 comentarios:

TonyMontanaLuque dijo...

Es un muy buen actor, pero le falta algo, y es presencia. Es lo que separa a un buen actor de un gran actor. Estaba muy bien en El precio de la verdad (él era lo mejor de la peli, que, por cierto, estaba mejor escrita que dirigida). También estaba bastante bien en Jarhead, el gran pufo de Mendes, donde se merendaba a Gyllenhal o como se llame. Y es un tipo que nunca sobra, pero aún le falta algo para llevar una película entera sobre los hombros. Es como Philip Seymour Hoffman pero sin eso que hace a este tío tan jodidamente grande.

Yo no soy Paul Avery dijo...

Quizá y, corro el riesgo de ser superficial, le falte ser... ¿más atractivo? no sé , es para pensar en que momento un gran actor da el paso a poder llevar el peso de un film.

Y es verdad Tony, El precio de la verdad tenía una dirección sobria (le faltaba garra) pero un excepcional guión.